Esta entrada la dedicaré a ver en lo que consiste lo que denominamos la nube, las tres herramientas más destacadas para trabajar en nube, las alternativas, la aplicación educativa y actividades propuestas en el aula. Para ello, adjuntaré una presentación realizada por nosotros en la que se aclaran de manera esquemática todos estos temas. Además, la presentación está guiada por una serie de preguntas que se resolverán al final, para que su lectura se haga más amena. Puesto que la presentación está planteada para exponerla en clase, en muchas ocasiones se tratará al receptor como un ente plural y presencial.
Una vez comprendidos los conceptos tratados en la presentación, concluiré remarcando las conclusiones que extrajimos del tema y mi valoración personal. La nube es una herramienta con un gran número de posibilidades pero, al igual que todo lo virtual, no podríamos almacenar información en ella con toda seguridad. Y a esa inseguridad que puede presentar por ejemplo el almacenamiento de archivos en tu disco duro, es decir, la inseguridad de que sea algo intangible; se le suma el hecho de que deja de pertenecernos solamente a nosotros, pasando a formar parte de esa nube que se encuentra mucho más alejada de nosotros que nuestro disco duro.
La nube, a la vez que da libertad al usuario, se la quita. Es triste pero es así, es un arma de doble filo. A la vez que nos ofrece cantidad de posibilidades, cada acción que efectuemos deja de ser totalmente nuestra pasando a formar parte de una empresa o entidad que nos garantiza seguridad a cambio de nada, nos garantiza una seguridad que pende del mismo hilo que la sostenibilidad de dicha empresa. Se trata de confiar la seguridad de nuestro "trocito de la nube" a algo o alguien a quien no conocemos. Al ser una empresa o entidad en la que confía muchísima gente, puede ser un poco más improbable que la sostenibilidad de la misma flaquee, pero improbable no es imposible. Y tenemos el clarísimo ejemplo de Megaupload en el que su sostenibilidad dependió de trámites legales, y la autoridad siempre está por encima de esas empresas y, por lo tanto, por encima de nuestro trocito de nube, legalmente hablando.
Por otro lado, estamos multiplicando la existencia de los archivos que almacenemos, es decir, si un archivo está en mi disco duro, solo puede salir al mundo exterior desde de mi propio disco duro. Si un archivo está en la nube, puede salir al exterior desde cualquiera de los ordenadores que tengan conexión a Internet. En principio nadie más que yo puede acceder a esos archivos aunque sea desde otro ordenador (con excepción de piratas informáticos que sepan hacerlo y de los propios miembros que forman parte de la entidad en la que los archivos están almacenados), pero la autoridad siempre está por encima de eso y, si quisieran, podrían acceder a ello sin necesidad de tener que registrar mi casa.
En definitiva, el usuario posee más libertad, pero una libertad no garantizada, una libertad puesta en juego. La solución, a mi parecer, es tener esto muy en cuenta y medir cada una de las acciones que realizamos a través de la nube con todas esas advertencias en mente; conocer los límites de nuestra libertad verdadera y de nuestra libertad con peros; y, en definitiva, que no se nos prive de ser nosotros mismos.
Claro que, para que estas palabras tengan un significado entero y lleven razón, nosotros no deberíamos privar bajo ningún concepto a otros de su libertad y estamos contribuyendo a ello cada vez que por ejemplo descarguemos o pirateemos música y películas de manera ilegal. Y este es un dilema al que todavía no encuentro una explicación ni solución razonable, es un pez que se muerde la cola y comprendo tanto posturas a favor, como posturas en contra. Por eso, me temo que no puedo aportaros una conclusión sobre este punto. Cada uno puede aportar su opinión, y os invito a que en los comentarios aportéis una conclusión alternativa y personal a este dilema para hacer de nuevo ésta una entrada participativa.
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